Ayunar y beber el jugo de la tierra,
para ver pasar un cortejo de elefantes:
anuncian el reencuentro con mi amada.
Hace cuatro mil años no la veo
y para sanar mi corazón con su amor
esta noche me llama.
Me envuelve, me enrieda,
a nuestra cama de raices me arrastra.
Hacemos el amor, hacemos música,
con el perfume de las flores que crecen en las ramas.
Nuestras manos son espejos que acarician
y con caricias por fin vemos nuestras caras.
Me observan mis amigos, me miran los animales.
Recuerdan que soy sabio, solo que lo he olvidado.
"Es que todos somos dioses en el tiempo extraviados".
Parto mi frente para ver al eterno
es un padre, todopotencia y de poderoso, nada.
No será ahora, al final del tiempo es cuando él a todos abraza.
Mi hermano mayor me mira mientras otra vez la llamo.
No me asusta: el es fuerte, pero ninguno a nadie engaña.
Quiero alimentar al pescado
que come lo podrido, lo que atraganta.
Siento el veneno en la panza,
con la boca abierta y casi sin lengua, no sale aún de mis entrañas.
Entonces me dejo volar por el canto,
copla bendita que el curanderito bueno canta.
Aparece tocando mi cuerpo enfermo
el suave toque de la Pachamama.
Ella viene, suave, profunda, materna,
y con su dedo en mis llagas, me sana.
Recuerdan que soy sabio, solo que lo he olvidado.
"Es que todos somos dioses en el tiempo extraviados".
Parto mi frente para ver al eterno
es un padre, todopotencia y de poderoso, nada.
No será ahora, al final del tiempo es cuando él a todos abraza.
Mi hermano mayor me mira mientras otra vez la llamo.
No me asusta: el es fuerte, pero ninguno a nadie engaña.
Quiero alimentar al pescado
que come lo podrido, lo que atraganta.
Siento el veneno en la panza,
con la boca abierta y casi sin lengua, no sale aún de mis entrañas.
Entonces me dejo volar por el canto,
copla bendita que el curanderito bueno canta.
Aparece tocando mi cuerpo enfermo
el suave toque de la Pachamama.
Ella viene, suave, profunda, materna,
y con su dedo en mis llagas, me sana.
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