26 de enero de 2011

De amor y guerra



La hermosa luna, la hermana de pasión, eclipsa cuando es sujetada por la mano del guerrero Oríon-Horus, siendo herida de muerte por su espada, tornándose en moribunda luna roja, luna sangrante. Tras muchos años, las diosas del amor se han unido para morir unidas por la necesidad de su propia esencia. No hay violencia, no hay crimen. Es el propio amor quien necesita convertirse en poder bélico, enfundarse en su armadura, coger su escudo y blandir espada y lanza, transformándose en guerrero, única salida para borrar viejos patrones de conducta, derribar vetustos y caducos apegos, terminando aniquilando y extinguiendo afectos y amores imposibles o moribundos transformados en lastre o egrégor psíquico capaz de chupar todo el aliento vital de quien, incapaz de deshacerse de ellos, los padece en angustioso sufrimiento. El amor es infecundo y nocivo cuando no es correspondido o sólo puede compartirse en soledad. El amor no es afable cuando no va a más, cuando está en un callejón sin salida, enfangado y embarullado en dudas o altibajos profundos, transformándose en lastre de sí mismo y de quien lo arrastra. El amor en esas condiciones es cárcel, mazmorra y calabozo, convirtiéndose en poco tiempo en pútrida tumba y enmohecida catacumba.
El propio amor se reviste de muerte para acabar con marchitos, agónicos e imposibles florecimientos, amores condenados a la muerte y la extinción, al sufrimiento y la amargura. Es el amor quien mata al amor. Es el momento en el que la Luna como su máximo símbolo celeste, eclipsa, muere y desaparece tiñéndose con el manto rojo de su propia sangre.

24 de enero de 2011

Vuelta por el universo. Parte I - introducción, bienvenida y llegada


La entrevista previa me pareció un fiasco. Mi fantasia era de un encuentro con un chamán al estilo del Don Juan de Castaneda, que me iba a preguntar cosas tales como quién era, que quería, por qué quería participar del ritual, que iba a evaluar mi “aptitud” para decidir si podía iniciarme en los misterios de las plantas sagradas.

En lugar de eso me encontré diez minutos sentado frente a un tipo de mi edad con aires jipones, tratando de despacharme rápido, preguntando trivialidades y llenando un formulario orientado a cuestiones médicas o a deslindar responsabilidades ante algún “ataque”, mas que a cuestiones espirituales: ¿toma usted medicación? ¿Sufre del corazón? ¿Padece de ataques de pánico? Declaro que la información consiganda es verdadera…

Pagué el “anticipo” y me fui a mi casa. Pensé: para este tipo esto es un curro, pero mientras yo consiga la ayahuasca, que se quede con la plata tranquilo. Para el será un comercio, para mí será… veremos que será.

Las indicaciones previas eran generales: comer liviano, no comer carne, no tener relaciones sexuales, no comer sólidos doce horas antes. Ante tal vaguedad y tratando de encontrar un por qué, obsesivamente recopilé información acerca del por qué de cada una de estas y decidí acatarlas. La dieta era importane: por una cuestión fisiológica frente a los efectos de la ingesta, por una cuestión ritual como limpieza del cuerpo y preparación para recibir la ceremonia. Lo de la carne fue fácil pues hacía meses no comía, lo del sexo… también. Fui un poco mas allá del “ayuno” y decidí no comer nada durante 24hs antes. Esa parte se complicó un poco mas de lo previsto.

Nunca había hecho algo asi, y había subestimado la tarea. Sólo agua, mate y te durante un día, es mucho mas dura tarea de lo que parecía. Llegó a alterarme los nervios realmente. Me costó dormir, y el día de ayuno, sólo en casa, fue algo bastante duro de llevar. No pude descansar. Mantener mi cabeza sosegada, meditar previamente a mi encuentro, aclarar la mente y despojarme de las trivialidades cotidianas como supuestamente debía requirió un gran esfuerzo que mi cuerpo a duras penas pudo acompañar.

Viajé como pude, fue largo el viaje. Llegué al lugar a la hora señalada. Débil física y mentalmente. Allí estaba el chaman, y uno a uno llegaron el resto de los comensales. Lo primero que hizo fue hacernos pasar de a uno para que “paguemos y nos saquemos el tema de encima”. De nuevo me dije: “mientras me de mi ayahuasca….”

Allí estábamos en una habitación amplia y casi vacía, en una casa fea, en construcción. “Tal vez me pega, tal vez me ayuda, tal vez me hacen la plata. Lo bueno es que mañana estoy en casa, lo primero que hago es comer frutas, tomar jugo, llenarme la panza, bañarme, meterme a la cama” .Colchonetas una al lado de la otra en dos filas dispuestas a lo largo, y él en un extremo, separadas escaso medio una de otra, con almohadones a modo de cabecera y ventiladores para apaciguar poco un calor que ahogaba. Cada uno con un balde vomitero, con bolsas, y una botella de agua. Catorce personas esquivando las miradas. “Esto es tan buenos Aires”. Me hacia acordar al subte: todos en fila, enfrentados, sin embargo todas las miradas calibradas neuróticamente de manera que nadie nunca se mire a los ojos. Todos extraños, todos callados, todos anónimos, cada uno mirando algo distinto de lo poco que había en la sala, catorce tipos pegados uno al lado del otro pero todos aislados. “Si así es, que así sea”, suspiré, elegí una línea en el cieloraso y la miré hasta que entró el anfitrión.

Empezó a preparar la toma. Botellas de gaseosa usadas con un caldo marrón espeso adentro. Soplaba, silbaba, mezclaba. Nos fue llamando y pasamos uno a uno, nos deseó salud, fuimos bebiendo y dando las gracias. Amarga, bien amarga, pero nada que con un poquito de voluntad no se tragara. Terminamos todos y largó algunas recomendaciones, ya no tan vagas: “no entren en pánico, no pierdan la calma, la planta a veces nos prueba y tal vez ese miedo sea la puerta de entrada. Tírense a esa pileta, y ante todo: confíen”. Insistía con lo de la confianza, mas tarde entendí a dónde apuntaba ese pedido.

Volví a mi lugar, termino la ronda, apagó la luz y allá estaba yo. Sentado en la penumbra, solo entraban algunos rayos de luz por las hendijas de una ventana. Comenzaron los cantos. Icaros le llaman. No decían nada, solo murmullos ininteligibles y melodías con aires indianos. Mis compañeros comenzaban sus viajes, algunos vomitaban, otros eructaban. Yo sentado, sintiendo como cada vez mas se me revolvía la panza.

El chaman iba y venia de un extremo a otro, cantando y mirándonos, tocando sus sonajeros y golpeando una caja. “Yo sentado comencé a tener las primeras sensaciones. Acá llega la planta, algo pasa” Vi los ojos de un gato negro, gigante, que desde lo oscuro me observaba. Vi frente a mi un arroyo, y los peces que en cardúmenes al otro extremo de la sala bajaban.

“¿Sentiste la planta?” me preguntó. “Creo que no”.”Bueno, tomá mucha agua. Concentrate en tomar agua y no pienses en mas nada”. Dije bueno, y así diez minutos estuve, sorbo tras sorbo, tomando agua.

No me pasaba nada. Mi cabeza trabajaba a mil, los pensamientos me asaltaban. La desconfianza en él y en el rito era clara, y era plena. Además sentí que él lo notaba. “Con mi mala vibra le puedo arruinarle el ritual, y él lo sabe”, pensaba.

En una de esas se para frente a mí, toma un sorbo de lo que parecía un aguardiente y me lo escupe en la cabeza. No entendí que pasaba, seguí en la mía como si nada. Había leído de que de una manera similar en emergencias te despertaban.

Ofreció otra ronda, le dije que yo quería y se me rió: “no, vos no” me dijo. Para adentro dije “Zas, cagamos, me sacó del ritual, me dio la cana”. Me quedé piola esperando que pasaba pero la desilusión me transitaba. Los cantos empezaban a cambiar. Se empezaban a dibujar palabras metidas en las melodías, ya mas reconocibles. Me hacía acordar a las coplas andinas, a los cantos de las cholas en fiestas y carnavales. Cantaba de ciencias santas, de curas, curanderitos, de confianza, de entregarse a la planta, de abrazar a la pachamama. Sentí que me lo decía a mí personalmente. Apelaba a que bajara mis defensas, a que confiara en él, a que confiara en su ciencia, a que confiara en la planta. Me perseguí un poco primero, pero después me fui relajando y me dije “bueno, acá estoy, dale, a ver que pasa”.

Se fueron los peces, se fueron los gatos. Me quedé un rato ahí tirado sin ver nada. Me concentré en la música, deje de pensar en las palabras, y no le di bola a las nauseas ni las arcadas, entendí que tenía que callar mi mente, que la voz de mi cabeza era tan fuerte que no me permitía escuchar nada. Me fui aflojando, me fui acallando, me fui ayahuascayando, mi cabeza y mis pensamientos de siempre se fueron silenciando.

Cambió la canción. Hacía sonidos con su boca, como un gong, graves y agudos, tocaba unos sonajeros, sonidos graves que subían y bajaban… y sentí cómo mi cabeza primero, y luego toda la sala, se transformaba en una gran caja de resonancia. La ondas salían de su boca y en mí retumbaban y se amplificaban. Fue la señal, el timbre el anuncio: yo entraba al mundo de la planta, o mejor dicho, la planta hacía su entrada. Lo confirmó el cortejo: la caravana. Elefantes, gigantes, uno tras otro, a paso lento, al lado mío avanzaban. Ataviados con mantas con hilos de oro, con perlas, uno atrás de otro, al lado mío sus gigantes patas apoyaban.

Acostado veía su marcha. Por un momento pensé que me pisarían, sin embargo entendí que no me harían nada: venían hacia mí, porque la venida de alguien importante anunciaban.

23 de enero de 2011

Sabado a la noche


Ayunar y beber el jugo de la tierra,

para ver pasar un cortejo de elefantes:
anuncian el reencuentro con mi amada.
Hace cuatro mil años no la veo
y para sanar mi corazón con su amor
esta noche me llama.

Me envuelve, me enrieda,
a nuestra cama de raices me arrastra.
Hacemos el amor, hacemos música,
con el perfume de las flores que crecen en las ramas.
Nuestras manos son espejos que acarician
y con caricias por fin vemos nuestras caras.

Me observan mis amigos, me miran los animales.
Recuerdan que soy sabio, solo que lo he olvidado.
"Es que todos somos dioses en el tiempo extraviados".
Parto mi frente para ver al eterno
es un padre, todopotencia y de poderoso, nada.
No será ahora, al final del tiempo es cuando él a todos abraza.

Mi hermano mayor me mira mientras otra vez la llamo.
No me asusta: el es fuerte, pero ninguno a nadie engaña.
Quiero alimentar al pescado
que come lo podrido, lo que atraganta.
Siento el veneno en la panza,
con la boca abierta y casi sin lengua, no sale aún de mis entrañas.

Entonces me dejo volar por el canto,
copla bendita que el curanderito bueno canta.
Aparece tocando mi cuerpo enfermo
el suave toque de la Pachamama.
Ella viene, suave, profunda, materna,
y con su dedo en mis llagas, me sana.

18 de enero de 2011

La sabiduria del nono

"...Tambien es posible intervenir en el mundo exterior alterándolo y produciendo en él deliberadamente aquellas condiciones que posibiliten la satisfacción. Esta actividad se convierte luego en la operación suprema del yo; decidir cuándo es mas acorde al fín: dominar sus pasiones e inclinarse ante la realidad, o tomar partido por ellas y ponerse en pie de guerra frente al mundo exterior : he aquí el alfa y omega de la sabiduría de la vida".(Freud, 1926,p.188.)

16 de enero de 2011

Biotech is Godzilla of Freewill

(Fragmentos de "en defensa de la intolerancia" de Slavoj Zizek)...

(Acerca de la clonación como acto de esclavización del hombre, de pérdida de la libertad al adherir a la idea de determinación absoluta y renuncia al libre albedrío)




... ¿Un mínimo de ignorancia es la condición de nuestra libertad, o por decirlo de otro modo, que el exhaustivo conocimiento del genoma y la consiguiente intervención/manipulación nos privaría de nuestra libertad? La disyuntiva es clara: o nuestro genoma nos determina y somos simples "máquinas biológicas" y entonces pretender prohibir la clonación y las manipulaciones genéticas es sólo una estrategia desesperada para evitar lo inevitable: se mantiene el simulacro de nuestra libertad poniendo restricciones al conocimiento científico y a las capacidades tecnológicas; o nuestro genoma no nos determina en absoluto, y en tal caso no hay ningún motivo para la alarma, toda vez que la manipulación de nuestro código genético no afecta realmente a la esencia de nuestra identidad personal..

15 de enero de 2011

La Calesita. Bienvenida al universo de lo lateral (para Alessa)

Mi país…


Este no es mi país, como Italia no es el tuyo. No es nuestro, es donde vivimos y punto. Una mezcla de muchas cosas nuestras y ajenas. Un lugar como todos, ya que en todos lados se puede ser como se es, y no hay forma de no serlo. Pero tenés razón: en algunos sitios es más fácil ser de una u otra forma.

Entiendo por qué me dedicás tu carta a mí: porque se lo dedicás a Argentina, a lo que vos viviste de Argentina, a lo que vos viste de mí, en contraposición a lo que hoy vivís en Italia, en contraposición a tu ser actual. O sea, le escribis a TU Argentina.

El mareo…

De repente, empezamos a dar vueltas. Nuestro oído interno, increíble órgano que indica con fuertes impulsos electoquímicos cuando estamos quietos y cuando nos movemos, cuándo al derecho y cuando al revés, le envía las señales a nuestro cerebro. Le dice: hey, hay un cambio, ya no estam os quietos, estamos girando.

La normalidad adelante atrás se reemplaza momentáneamente por un nuevo estado predominante: el lateral. Nuestro cerebro, muy inteligente él dice: ok, y hace su trabajo. Es una señal fuerte y la reacción es fuerte, pues nuestro cerebro requiere mucho esfuerzo para soportar el giro, para no caernos, para que todo el aparato siga funcionando. Son muchas las señales anormales que tiene que enviar para mantener la normalidad del conjunto, y sin embargo logra que todo nuestro cuerpo se adapta a la nueva sensación. Se acostumbra, y nos sostenemos, y la señal tan fuerte ya no es tan fuerte sino que se transforma en un zumbido de fondo. Por un (breve) tiempo, las vueltas son la nueva normalidad. El mundo de adelante-atrás se reemplazó por un mundo lateral, hacia los costados. Bidimensional, también, pero perpendicular a la anterior realidad. Un universo perpendicular, que en un punto se cruza con el otro. Ese punto sos vos.

Y luego, paramos. De una manera mas brusca oun poco mas suavente, pero siempre paramos. De un instante a otro, la señal, el detonador de la reacción, no está. Nuestra mente tarda en acomodarse, en entender qué pasa. Durante un tiempo corto, mientras tratamos de entender qué pasa, nuestro cuerpo recibe la señal de seguir girando. Pero ya estamos quietos. Ahí es cuando la mayoría se tropieza y se cae. Otros no se caen, pero el tropiezo es siempre evidente. Nuestros músculos se aflojan, nuestros órganos se acomodan. Allí, nuestro estómago siempre nos traiciona. Siempre, al detenernos, viene la náusea.

El auto y la ruta…



Tu auto, cara mía, se fue de la ruta mucho antes de navidad. Tu auto se salió de la ruta cuando te subiste en ese avión rumbo a Argentina. En Argentina, digo, fuera de la ruta, giraste y muy sabiamente quitaste las manos del volante y los pies de los pedales: ante semejante cambio, renunciaste a la fantasía que tenemos todos: pretender ser quien tiene el control. De un auto, de una vida. Lo veo en mi hijo, cuando toma un volante de juguete y juega que maneja un auto de verdad. Con más o menos cinismo, todos nos damos cuenta y jugamos el juego de manejar, igual.

Te entregaste a ese trompo, y mientras duró el giro, fue fabuloso, claro. Girando, el mundo, el mismo de siempre, se ve tan distinto. La gente cobarde o conformista en el giro se asusta, llora y grita. La gente como nosotros se sientre atraída y se descubre curiosa. Disfrutamos de la vista, y en ese girar hasta vos misma te diste vueltas. En la ruta, en esa que tan bien conocemos y en la que pretendemos conducir, te pasas los días mirando alrededor, contando las cosas que no te gustan y deprimiéndote por lo que no podés hacer para cambiarlas. En el mareo, tu auto y tu cuerpo dieron vueltas, viste lo bueno y seguiste viendo lo malo, pero con esas dos caras aún pudiste ser feliz. El mundo fue el mismo. La que dió vueltas fue tu cabeza.

Ahora frenaste. Todo te parece quieto. Tu vida se paró, se inmovilizó. Tu cuerpo reacciona. Ahí está tu náusea.


Lateralus...

En algunos cuentos hablan de realidades paralela s. No hace falta la ciencia ficción para hablar de universos alternativos. Todos los días, al detenernos y mirar con un poco de atención, vemos realidades que se cruzan. Y en ese cruzarse contínuo hay cruces perfectos. Cuando los cruces son perpendiculares se realza, a través de la perfección de la forma geométrica, la característica primordial del cruce: el punto en común. Alessa, tana mía, sentite afortunada de ser el punto de ese cruce que vos también descubriste, en el que encontraste la puerta hacia un universo lateral.

Una bendición, una condena. Vos viste lo maravilloso de vivir lateralmente a la normalidad de la ruta, del país, de las personas. Ahora, ¿pensas por un instante que una vida lateral puede ser realizable, durable, soportable, fácil? Si lo intentas, sólo vos podrás decidirlo.

(Juro que se por qué lo digo) Disclaimer: podés decidír emprender ese agotador y fascinante viaje, pero sabé que todo tu cuerpo una y varias veces va a rebelarse, te va a pedir a gritos volver a la vieja ruta. Con dolor.Y ahí la lógica autoreferente, fruto de esta paradoja existencial: ¡si ya lo hace ahora, que estas en la ruta!

Y para salir un poco de esta apariencia de pseudo-profundidad de una manera mas light, levantando lentamente la vista de los propios zapatos de una manera (post) rockera , me pareció bueno dejarte esta canción…



14 de enero de 2011

Cinismo

Sabemos que no hay verdad en la autoridad, no obstante seguimos jugando su juego y obedeciendo a fin de no perturbar la marcha normal de las cosas.


Podríamos decir en términos generales que el pensamiento libre es la mejor de todas las salvaguardas contra la libertad. En su estilo moderno, la emancipación de la mente del esclavo es la mejor forma de evitar la emancipación del esclavo. Enséñale a preocuparse de si quiere ser libre y nunca se liberará.

‘Somos lo que simulamos ser, de modo que debemos tener cuidado con lo que simulamos ser’.

Fuente: parafrasis varias de Zizek